Todo ya está inventado, o más bien reinventado. El mini cuento más que mini era de una palabra, pero entonces vino alguien y publicó un libro de una sola página que contenía la letra “z” y tan pronto que llegó a las librerías alguien publicó uno con solo un punto en la página, y otro después presentó el suyo con una página en blanco. Que triste me pone la literatura que compite contra sí misma. Imagínate, Osorio, una biblioteca repleta de libros con páginas en blanco. No sería ni siquiera digna de arder, como las iglesias según los anarcos. Las letras parecen perder poder, ni te digo las palabras. A veces sueño con la letra “jota”. Me despierto sudando, excitado. ¡Jota, Osorio! ¡Jota! ¿No te excita? Hoy jueves, jamás juraría joderme con júbilo junto a las jaurías jactanciosas. Solo decir la palabra me retuerce las tripas. Si un árabe nos viera, destruyendo la caligrafía a la nada, que nos diría. No creo en Allah, pero sí creo en los que creen en su inconmensurable morada, Osorio. Rodearte de vírgenes, de agua totalmente cristalina sin olor a pesticidas, un mundo ideal incluso mejor que Tlôn. Pero la mierda es menos olorosa que todo este asunto, Osorio. No hay planeta límpido de la vergüenza humana. ¿Compraste el último libro de Orwen Mills? Seis páginas, y cinco están pre-arrancadas. Los del Nobel se relamen. La literatura pasó a ser un mal chiste. Pasé siete noches pensando en eso, ¡siete! Ni siquiera pasé siete noches reflexionando sobre mi divorcio, Osorio. ¡Ni Dios usó siete días para crear esta nube de gas tóxica! Dicen que los franceses están buscando la escritura negativa, escribir en menos, restar. Ya rompieron la filosofía en el siglo pasado y ahora buscan destruir la literatura, putain de merde, mon Dieu. Van a las librerías por la rue du Montparnasse y roban libros. ¡Los queman gritando c’est la fin de la lettre ! Los rusos ya prohibieron las reediciones de Tolstoi. Están de moda unas ediciones de Guerra y Paz para niños resumidas en tres páginas. Los japoneses ya no escriben, siempre tan adelantados. ¡Todo es voz, Osorio! Todo es una tonada maquínica con la simulación del élan vital. El tiempo compite contra la escritura, destruyéndola: lo que no puede entenderse en más de una página no es digno de ser tomado en serio, gritan los gurús de la neurocomunicación chino-americana. Nos dejamos fascinar por el trazo mínimo, por la abreviación inhumana del concepto. Perdemos la guerra porque perdimos el alma en la búsqueda de la velocidad, Osorio. Justo nosotros, uruguayos y tristes, compitiendo contra el mundo. ¿Quién nos puso en esta tarea infame? ¿Cuándo todo se inventa que nos queda? ¿Reventarlo todo y hacer de nuevo? ¿Morir y esperar que nadie se reproduzca? La solución tiene que ser igual de contundente, amigo mío. Hay que volver a escribir todo. Adjetivar una chirca de un campo en Paysandú en noventa páginas, el vuelo del humo de un tabaco en cuatro folios completos. Hay que agotar los diccionarios, Osorio. Revivir a Balzac y hacer una comedia humana en novecientos tomos por cada persona. ¡Hay que recordarles que una vida no puede resumirse y qué la bosta que nos tocó vivir es digna de ser escrita en más de seis caracteres! ¿Sabés cual fue la primera palabra de Europa, Osorio? Fue Cólera, menis. Pero el himno de Homero no fue himno hasta que alguien lo escribió. ¿Cuál va a ser la primera palabra del nuevo Uruguay, Osorio? ¿Quién la va a escribir? Estoy caliente. Capaz podés empezar un himno con algo así: quemado, enojado, enervado, airado, irritado, furibundo, rabioso, encolerizado, furioso, podrido, sacado, iracundo. ¡Vamos a fundar la escuela del nuevo Uruguay, porque el Uruguay viejo nunca se enojó, Osorio! No tenemos literatura porque no nos enojamos, solo repetimos. Nos falta la violencia que desparramamos por las calles en las letras. Nos falta mostrar nuestra cara, la verdadera cara, la furibunda adientada, Osorio. ¡Qué se vayan todos a la mierda! Los rusos, los franceses, los argentinos, los japoneses, los turcos, los nigerianos y los Eyak de Alaska. Cantate un himno, Osorio. Cantalo que yo lo escribo.
FIN