
Un clásico está por comenzar. En medio de la barra brava una mujer destaca. Su entrada en escena será gloriosa. El resto, como siempre, es historia.
Un clásico está por comenzar. En medio de la barra brava una mujer destaca. Su entrada en escena será gloriosa. El resto, como siempre, es historia.
Un hombre está encerrado en el manicomio por sus actos criminales, pero es por el contrario de lo que se piensa.
Don Hilario y Lacerda se enriedan en una charla de siesta sobre orejas, decires, escuchas y sorderas.
Un cuadro inquieta en su simpleza. Pero al mismo tiempo, atrae. Y esa relación se ve reflejada en el protagonista de este cuento.
Sebastián entró al río la noche de fin de año. Pero su suerte estaba echada desde tiempos inmemoriales. Y es hora de que se sepa.
Don Hilario y su compinche, Lacerda se preparan para visitar al Tavito, un rockero en ciernes al que se le enfermó la guitarra.
Juana llega a su casa. Su madre la espera. Pero juana está cansada. De la vida, del otoño, de las agonías lentas.
Julio C. Kilmon hace una defensa de la palabra “bichicome”, denostando la palabra “pichi” utilizada por sus amigos.
La plata tiene que volver al Gordo Pedrucci, pero para poder hacerlo, El Carucha tendrá que hacer un movimiento muy arriesgado.
Una mañana cualquiera, entre mate y lembranzas, Don Hilario y Lacerda descubren que el amor es mismamente cosa è Mandinga.
Un hombre nos cuenta por qué se apersona en un orfanato y qué es lo que busca ahí.
Es el último día de Julio Correa en la empresa y todos se juntan para homenajearlo. Pero Julio es un hombre que siempre sorprende.