En línea

E

Por Maggie

Estaba en mi departamento un lunes a las diez y treinta de la noche. Había llegado de la facultad hacia poco rato, tenía hambre y decidí pedir un delivery ya que estaba cansada y no tenía ganas de cocinar (tampoco era muy buena cocinando). –¡En cuarenta minutos llega su pedido! —me dijo el dueño de la pizzería y colgó abruptamente el teléfono.

Mientras esperaba me tiré en el sofá, el inicio de semana había sido agotador y decidí tomar mi computadora. “Voy a ver si hay algo interesante en Facebook” pensé mientras ingresaba la contraseña. Usted tiene una nueva solicitud de amistad, me notifica la red social. No me interesó mucho y proseguí a mirar las interesantes publicaciones de mis amistades, como por ejemplo, fotos de sus animales, sus bebés haciendo alguna gracia como si fueran monos, qué comieron al mediodía. La vecina del piso de arriba tiene una nueva relación (debe ser con el que la escuché hasta altas horas de la noche, teniendo su momento de lujuria, bien por ella). 

Me aburrí como nunca antes. Luego de pasados los veinte minutos, vi de quien se trataba esa solicitud de amistad. Adrian Silva, foto de perfil, con sus amigos; vive en el departamento de Rocha. “Lejísimo, qué querrá conmigo, ni lo conozco”, pensé. Estudia en Harvard University —este debe ser un farsante sin trabajo, ni estudio— exclamé, mientras me dirigía abrir la puerta al delivery que recién llegaba (diez minutos más temprano). Dejé de mirar Facebook mientras comía. La pizza, deliciosa, la mejor de todo Montevideo, o eso creo yo; sé que varias amistades me lo discutirían. Apago las luces de la sala, me dirijo al baño arrastrando los pies, me cepillo los dientes sin ganas y me coloco el pijama, ya en la cama me decido a tomar el celular y escribirle a una amiga por Whatsapp: 

Yo: – ¡Gorda! ¿Estás? Hoy tuve un día fatal, ¿mañana antes de entrar a clase nos tomamos un café, en la cafetería que queda en la esquina de la facultad?

En línea.

Escribiendo…

Lucia: – ¡Ay si! Necesito verte, tengo que contarte mil cosas que pasaron el fin de semana, mañana nos vemos. Besos. 

Ultima conexión 23:45 P.M 

Luego de esa breve conversación (Lucia siempre prefiere contarme las cosas en persona, y no por una red social), se generó un sentimiento de curiosidad e intriga con respecto al fulano de Rocha. Volví a ver su perfil, sin aceptarlo. Quería ver más cosas, fotos, publicaciones, alguna relación, amigos en común, algo… pero no lo logré, tenía su perfil privado. Solo agregándolo podría ver si era decente o no. Realmente, no era del tipo de persona que acepta desconocidos, además si veía actitudes sospechosas lo bloquearía. Me decidí y lo acepté. Ya eran las doce de la noche, muy tarde, programé la alarma y me dormí. 

Al día siguiente, dejo todo mi cuarto ordenado y me dispongo a desayunar, mientras, recibo un mensaje de Messenger —¡Hola! (y un emoticón súper sonriente), era el fulano de Rocha, —Qué temprano se debe levantar para ordeñar las vacas— pensé de forma burlona mientras terminaba el desayuno y recogía mis bolso para ir a la facultad. —Hola, ¿Qué quieres?— Le contesté, bastante grosera (siempre sucede que quieren algo de mí cuando me escriben), “Desconectado”, Adrián se había desconectado y eso me dejó un poco desconcertada, pero fue por un momento, luego conseguí volver a mi rutina normal. 

Por lo general suelo ser una persona que prefiere planificar las cosas y tener una rutina a seguir, eso me da mucha seguridad, mi vida no ha tenido muchas emociones fuertes. Siempre haciendo “lo correcto”: terminar bachillerato, trabajar (la empresa de mi padre necesitaba una secretaria) y luego mudarme a un apartamento, y en paralelo ir a la facultad para ser Licenciada en letras. El que ve mi vida desde afuera pensaría que tengo la vida resuelta y con todas las comodidades. En realidad es así, pero nadie se detiene a ver que esa vida realmente es triste y sola. Tendré amistades que las apreciaré mucho, pero mi vida necesita algo distinto, algo que me haga sentir realmente como dije antes… viva. 

Era viernes a la noche y todo el mundo aprovecha a salir y emborracharse. Yo no me siento cómoda en esos lugares donde la gente queda apretada y se mueven y te pechas con un tipo y otro, algunos te tiran “accidentalmente” su cerveza, etc. Prefiero quedarme en el living, tirada en el sofá, tranquila, mirando alguna película de esas cursis que me gustan tanto. Sentía que el pequeño apartamento me quedaba gigante luego de decir eso, pero me dispuse a apagar las luces y darle play a la película. Al cabo de media hora transcurrida me suena el celular “usted tiene un nuevo mensaje” —¿Quién será?— me pregunté, pausé la película y me fijé quien era; Adrián Silva. 

No supe más nada de él luego de aquellos dos mensajes que intercambiamos. Podría ignorarlo fácilmente y seguir con mi súper plan divertido de viernes a la noche, pero me dispuse a ver que quería, me generaba curiosidad. Su mensaje decía “Solo quiero charlar con alguien”. No entendía por qué quería hablar conmigo habiendo miles de usuarios en Facebook, como siempre yo, siendo paranoica. En un instante una voz en mí me decía “vamos, escríbele”, y lo hice, dejé de darle tanta vuelta al asunto:

Yo: –Disculpa si fui grosera contigo, es la costumbre.

Adrian: –En realidad, está todo bien, no me conoces, pero… a mí sí me gustaría conocerte. 

Yo: –No tengo citas con extraños que me mandan solicitud en redes sociales. 

Adrian: –¿Quién dice que es una cita? Yo solo quiero conversar con alguien, no pienses que estoy buscando tener una cita con intenciones de acostarme contigo solo porque quiero conocerte. Pero si tu intención es estar a la defensiva siempre, no hay problema, se termina acá. 

Luego de leer eso, leí cada palabra detenidamente como estuviera analizando su sentido, me rechinó la frase “con intenciones de acostarme contigo”, es como que solo me centré en eso y lo otro solo fuera relleno. De igual manera algo me llamaba la atención de él, pero podría estar manipulándome… Yo y mi paranoia, no sabía que contestar o si debía contestar. 

Yo: –No te hagas la víctima conmigo, sabes perfectamente que eres un extraño para mí. 

Adrian: –Bien, te propongo que solo conversemos por acá y olvidemos el tema de conocernos en persona. 

No me pareció descabellado el planteo, me sentí diferente, con ganas de seguir hablando, llevándole la contra, tantear sus conocimientos, era una persona nueva y un completo desconocido.

Yo: –Bien, quedamos así. 

–Tengo una duda, ¿Qué hace un sujeto como tú, con ganas de conocer personas nuevas en una red social, un viernes a la noche? ¿No eres de salir?

Adrian: –Realmente no soy del tipo de persona que sale a boliches, se enfiesta, conoce a una mujer, se la lleva a su casa, cogen y al otro día solo terminó siendo una más que pasó por mi cama. Esa concepción de “conocer personas” no va con mi forma de ser. 

Yo: –Me pasa igual, mis planes de viernes a la noche son mirar comedias románticas hasta dormirme en el sofá. 

Adrian: –¿Comedias románticas? ¿Eres del tipo de chica que sueña que las historias de amor pueden hacerse realidad en sus vidas? 

Yo: –De hecho sí, pero trato de poner una barrera para que nadie me lastime. Soy como un témpano de hielo en lo que se trata de demostrar, pero en el fondo soy lo más tierno que puedes conocer en tu vida. 

Adrian: –Quiero conocer ese lado tuyo. El tierno. 

Yo: –JAJAJA Eso no lo conoce nadie, ni mi familia, ni mis amigos. No intentes es en vano. 

Adrian: –Entiendo. 

Luego de esa conversación un tanto intensa, pasamos a las “preguntas curriculum” así las llamo yo, ya que se basan en datos personales que no llevan a nada y solo buscan tratar de ver si son compatibles o no. ¡Bingo!, somos de tauro, -debe ser mi alma gemela,- pensé irónicamente mientras me reía.

La conversación luego de las 2:30 a.m se tornó un tanto picante, nada de emociones cursis, solo un simple coqueteo que fue creciendo gradualmente. –No suelo tener este tipo de conversaciones en línea pero está provocándome y no se la voy a dejar pasar- pensé con una sonrisa endiablada. 

Escribiendo…

Adrian: –Muy bien señorita, juguemos al juego de las cinco preguntas. 

Yo: –¿Pero el juego no consistía en veinte?

Adrian: –Si, pero yo suelo hacer preguntas muy efectivas y con cinco me bastan. 

Yo: –¿Te bastan? ¿Para qué?

Adrian: –Para calentarte.

Mi cara al ver ese mensaje era de asombro, mis ojos se abrieron y mi boca no dejaba de poner esa sonrisa de entusiasmo.  -Pero ¿qué le iba a decir?- me dije a mi misma, traté de hacerme la superada como que no era la primera vez que hacia esto y envié el mensaje. 

Escribiendo…

Yo: –Bueno, si estás tan confiado, adelante. 

Adrian: –Voy a derretir ese témpano de hielo, vas a ver. 

Las horas volaron, mi película cursi seguía pausada, la comida quedó fría y la batería del celular ya iba por el 25% y descendiendo. Las preguntas eran muy específicas sobre mi ropa interior, posiciones favoritas, lugares poco comunes donde haya tenido sexo… Yo iba contestando todo con total naturalidad y a su vez haciéndole las mismas preguntas a él, nada original: bóxer a rayas, el misionero y en cuatro; y su lugar poco común era el baño de la casa de sus suegros. Al final parecía que hablaba con un novato hasta, las dos últimas preguntas: 

Escribiendo…

Adrian: –Bueno hasta el momento tus respuestas han sido más interesantes que las mías, te creí más mojigata. ¿Vamos por cuarta? ¿Cuándo fue la última vez que te tocaste? 

Yo: (algo nerviosa contesto) –Cuando era adolescente, tendría unos 16 y lo hice solo por pura curiosidad, no sentí nada y parecía que estaba jugando a la raspadita con mi clítoris. Desistí y nunca más. 

Adrian: –¡Sorprendente!, lo que me da el pie para hacerte la última pregunta, ¿te masturbarías ahora, en línea conmigo? 

Quedé helada, no sabía qué hacer, pero esa sensación de picardía y calentura estaban ahí, no quería que se fueran, no quería terminarlo, no por una cobardía mía y me arriesgué. Le dije que sí pero que me explicara cómo lo hacía él para que no vea que es mi primera vez (siempre superada):

Adrian: —Es sencillo, te voy a video llamar y nos enfocaremos con la cámara solo nuestras partes, entonces solo veremos lo que hace el otro, siendo nuestra primera vez tiene que ser algo muy tranquilo. 

Yo: –No te fíes mucho que puede ser la última, en 5 minutos te llamo.

No podía llamarlo enseguida, tenía que fijarme si estaba bien depilada y si se veía bien ese ángulo, entonces tomé un espejo y simulé que era la cámara. No sé, no estaba acostumbrada a verme desde esa perspectiva y entre que lo pensaba y los nervios se prende la pantalla. Era Adrian que me llamaba, –¿ya habían pasado 5 minutos?- me pregunté, —ni tiempo a maquillarla tuve— me decía  a mi misma como chiste para descomprimir. 

Atiendo y no me enfoco la cara, Adrian tampoco y me dice con una voz muy suave: —¿empezamos muñeca?—, apenas saliéndome la voz contesté con un nervioso: si. Enfocamos nuestras partes y vi su pene flácido, —esa Amazonas que lo rodeaba hace mucho no recibe una poda— pensé, mientras tanto yo no estaba tan mojada como lo creí. Tuve que mojar mis dedos con saliva, mucha saliva. 

Empezamos cada uno a tocarnos, él iba quedando más erecto y se sentía una respiración que cada vez se iba pareciendo más a un gemido, mientras tanto yo no tenía idea de donde estaba mi clítoris, solo pasaba mis dedos por éntrelos labios pero no sentía nada. —¿sería yo el problema?¿Adrian lo estará notando? necesito arreglar esta situación ahora y salir victoriosa— pensaba. Así que hice algo de trampa y abrí una segunda pestaña en el buscador, entré a mi pagina favorita para ver porno y puse un video para ver a otra chica masturbándose.

Adrian no se iba a dar cuenta, no parecía ser el tipo de chico que tiene todas las luces prendidas, y proseguí a tocarme imitando a la chica del video. Fue muy estimulante sentí un calor que nacía en mi pelvis y recorría rápidamente mi cuerpo. Mis dedos tornaban entre masajear el clítoris y adentrarse en las profundidades de mi vagina, la velocidad empezó aumentar y ya no podía continuar más, era casi imposible seguir haciendo el mismo movimiento, había logrado llegar a mi primer orgasmo masturbándome. 

Luego de un largo suspiro cierro la pestaña y me acuerdo que tengo Adrian en la otra, este se encontraba con su miembro flácido otra vez y con semen en sus piernas, había acabado minutos después de que yo pusiera el video. Me gustó la experiencia y me servía porque nunca iba a conocerlo, entonces sería una buena compañía sin la necesidad de involucrarme mucho, lo invité para el próximo viernes a la noche a repetir el encuentro y todo quedaría en línea. 

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