Por Annabella Zapattini
“En el reloj de la pared se enrosca el tiempo”
Jorge Meretta
En el reloj de la pared se enrosca el tiempo. El viejo siente algo extraño en su cuerpo. Siente como si ese reloj tuviera todos sus momentos guardados. Cree que las agujas en cada movimiento fueran secuestrando sus mejores momentos de felicidad y de angustia.
El viejo está solo, vive solo. Esa soledad lo rodea por todas partes. Siempre se queda mirando el reloj. Le divierte como el segundero va recorriendo, sin descanso, todo el círculo. A veces se queda dormido en su sillón viendo como la aguja sigue su monótono camino.
En su casa reina una oscuridad lúgubre. Él prefiere esa oscuridad a la claridad del día que lo encandila. La casa tiene siempre las ventanas cerradas y él no las quiere abrir.
Cuando el viejo se sienta en el sillón, cierra los ojos y recuerda las personas que en el sillón alguna vez se sentaron. Abre sus ojos y los cierra otra vez, apretándolos muy fuertemente. Una lágrima brilla en su mejilla, seguida por otras mucho más grandes y continuas.
Esos recuerdos… ¿por qué vienen todos los días a molestarlo, a perturbarlo de esa manera? Algunos son recuerdos muy buenos, pero lo deprimen al hacerle ver que su presente es oscuro. Otros son tan tristes que no los quiere ni pensar.
Recuerda cuando sus días estaban coloreados por los trajes y las voces de una murga. Pero un día todo acabó. La muerte de su esposa.
Era tan buena y lo quería tanto. Él también la quería. Cuando ella murió, él sintió que el color más intenso se volvía en el negro más oscuro, que la canción más alegre se convertía en la más triste.
La imagen de su esposa pesa en la memoria del viejo solitario y triste. Pesa tanto que llora más.
Él quiere escapar, escapar hacia la nada. No puede más. Se siente morir. Sin esperarlo, impulsado por algo sale afuera. Tiene que entrecerrar los ojos, el sol está muy fuerte.
De repente, su mente en blanco, dentro de sí una voz que le habla y le dice que esto sólo es el comienzo. Él no entiende. La letra de una murga. La muerte de su esposa. Los amigos. El sillón. Las ventanas. La luz del sol. El reloj. Las agujas del reloj deslizándose por el reloj.
Grita. No entiende que le pasa. Se está volviendo loco. Quiere irse, irse a cualquier parte. Las imágenes se repiten en su mente cada vez más rápido.
Grita. No para de gritar. Llora. Y las imágenes siguen pasando por su cabeza. Loco, se está volviendo loco.
Grita, grita, grita. Y un dolor en su pecho.