¡Por el alma!

¡

Todo el mundo literario se vino a pique cuando ese científico chino comenzó a meterse donde no lo llamaban. Ni siquiera Dios hubiese pensado que los chinos podrían descubrir el alma. ¡El alma! ¿Por qué en China? Aunque tiene más sentido. Ni en el peor de los escenarios posibles el alma hubiese sido descubierta por un científico uruguayo. Bueno, no es raro, siempre supimos que todos los políticos carecían de alma en Uruguay, desde Sendic padre hasta Batlle y su puta bala carente de alma que asesinó al gordo dueño del País. Ninguno tuvo alma, pero aunque se compruebe que hasta sus vergas son desalmadas, esos falos flácidos y venenosos nos van a seguir cogiendo a diario,  ya que seguro los van a seguir votando. Creo que los uruguayos votaríamos con más convicción a un político sin alma, pero ¿quién carajo quiere leer a un escritor sin alma? 

El mundo arde por este descubrimiento chino, y ahora existen los Alma-test. Prefiero hacerme el test de HIV y que salga positivo, que saber si todavía tengo, o no, mi alma. Además, la debo haber perdido hace rato, mientras escribía para aquel diario de la facultad de Humanidades. Tiré tanta mierda al capitalismo escribiendo en mi Mac mientras me encajaba dos Big Mac con cerveza Mc Douglas, que seguro el alma se me partió en quince pedazos. Perdí el alma con los Macs de este mundo y ni siquiera me gustan los Beatles.

No creo que hoy, en el 2022, haya alguien que todavía tenga alma, tal vez los empleados públicos, seres que deben dar la cara a la humanidad, y vaya que humanidad, esa bazofia de humanidad, esa basura de humanidad montevideana. Puta vida. Nacimos con la idea de que todo era posible, de que Dios, el Diablo, y la mierda entre medio era un chiste, un chisme mal contado, y ahora estos chinos meten la mano en la materia misma de lo que supuestamente nos hace sujetos. Pobres filósofos. Me dan pena, pero que se jodan. Y ahora existen los trasplantes de alma. Se hacen en Europa y Estados Unidos. Gente pobre, cansada y con ganas de manejar una Ferrari la venden por millones de dólares. Tal vez lo haga. También existen secuestros de niños pobres en Bolivia, Ecuador, Brasil. Los niños están desapareciendo. La vorágine de chuparles el alma parece no tener fin. Filántropos, médicos, empresarios, incluso algunos escritores de renombre chupándole el alma a niños. No me sorprendería que Vargas Llosa lo hubiese hecho. Seguro Vallejo y Castellanos son irrecuperables. Todos chupando el alma a niños pobres desde los Andes hasta las calles sucias de Montevideo. Nadie quiere denunciarlo porque en el fondo todos quieren hacerlo. Hoy en día el alma se cotiza más que el plutonio.   

No voy a escribir. Nunca más. Un escritor siempre está en proceso de perder su alma, ya sea volviéndose político, luchador social u otra cosa. Es el negocio más peligroso del mundo, puede escurrirse de tus dedos en un milisegundo. ¿Pensás en la crítica? Ya no tenés alma. ¿Pensás en qué cara va a poner tu compañera de trabajo y sindicalista al leer tu cuento? Perdés el alma. Ahora entiendo. Debo dejar de escribir, encerrarme en alguna iglesia. Una católica los lunes, una protestante los martes, una mezquita los miércoles, alguna mierda judía los jueves y los viernes me junto con los amantes de la Pachamama en los montes de Durazno a consumir hongos. El fin de semana tal vez escriba mi testamento. Mierda, los chinos siempre traen la peste. Pero la peste ya estaba acá. Ahora se llama la peste del alma, pero siempre fue la peste que tuvimos, solo le hemos quitado el velo. Esta peste es peor que la bubónica, ya que solo afecta a los humanos. La peste del alma es la que al final va a liquidarnos. No el plástico, no las bombas H, no el calentamiento global, no Putin, ni Rockefeller, el alma es lo que va a destruirnos. 

Volví a tomar fuerte anoche. Como boliviano con ganas de pelear en pleno Tinku. Lo mismo de siempre, putos, putas, cis, trans, no binarios, vagos, burócratas, todos chupándose y lamiéndose. Durante la noche, mientras mi amiga anarquista se abría de piernas invitándome, sentí algo que quería meterse en mi culo. Una voz ronca y grave me dijo al oído “aquí te meto al alma, Gordo”. Miré y era un venezolano negro, ¡la version venezolana de Zeus! Le dejé que me transmitiera su alma y cuanta otra porquería. Siempre admiré la cultura griega. Estaba muy adormecido para sentir dolor, pero ahora lo siento, siento su alma repiqueteando en mis intestinos. Todos en la fiesta apostaban a que era el fin del mundo. Toda una comunidad transmitiendo las almas, primero yo a vos, luego vos al otro y así, hasta que nos autodestruimos. Esa es mi vida. Esa es mi rutina. Pero estoy cansado. Quiero gritar siempre. A la mierda con esos hippies amantes de la revolución. Todos quieren prender fuego algo pero no sabrían volver a construirlo, porque son incapaces de cualquier cosa que no sea odiar. La peste del alma al fin revela la mierda que nos vendieron. La mierda en la que estábamos metidos. Honestidad es lo que falta al mundillo del que soy parte. Mundillo repleto de desalmados fingiendo ser artistas. El artista carece de alma, es la repetición de la repetición. ¡Platón tenía razón! ¡Tenía razón ese griego imbécil lamedor de culos! ¿Quién lo hubiera imaginado? “Toda la filosofía occidental no es más que un pie de página…” 

A brindar que se hace tarde. Pero… ¿por quién, por qué? No queda nada en este mundo. Tal vez solo quede un alma, solo una, por ahí, perdida en los cantegriles o entre las casas de cartón, esperando ser chupada o tragada, escondiéndose de tipos como yo y como los que me rodean. Espero que esté a salvo. Brindo por ella. 

¡Por el alma!

Más de...

Martin Lamadrid

Martín nació, a veces escribe y morirá.

Añadir comentario

Lo nuevo

Mantené el contacto

Sin vos, la maquina no tiene sentido. Formá parte de nuestra comunidad sumándote en los siguientes canales.